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Lánguido, que eres un lánguido |
La imagen del
vampiro clásico sediento de sangre a la que estábamos acostumbrados hasta
entonces (y la que nos gusta a las que hacemos este blog), se empezó a
popularizar a principios del siglo XIX con la publicación del relato “The
Vampyre” (“El vampiro”), del británico John Polidori, en 1819. “The Vampyre”
surgió durante la famosa velada en la casa del lago Ginebra de Lord Byron
dedicada a inventar historias de terror, la misma velada en la que Mary Shelley
tendría la idea para otro mito del terror, Frankenstein. Aunque quizás en
nuestro país “The Vampyre” no sea tan conocida como obras posteriores, su
importancia en la imaginería popular y en la literatura es incuestionable, ya
que introduce al primer vampiro moderno, Lord Ruthven, un ser maligno y
peligroso, pero al mismo tiempo atractivo y magnético. La influencia del relato de Polidori es
innegable en obras mucho más conocidas en nuestros días, como “Carmilla” de J.
Sheridan Le Fanu o la mítica Drácula de Bram Stoker, además de los penny
dreadful del siglo XIX. Y, por supuesto, todas las novelas y películas de
vampiros que vinieron a continuación, quizás no habrían existido de no ser por
por “The Vampyre” (podéis leer o descargar en Project Gutenberg aquí el relato
en inglés original). La popularidad de este relato no se limitó al Reino Unido:
en Francia Cyprien Bérard publicaría su propia versión de la obra, Lord
Ruthwen ou les vampires, además de aparecer Lord Ruthven citado en la
famosísima El conde de Montecristo de Dumas, y en Alemania se harían
incluso dos adaptaciones operísticas, ambas con el título de Der Vampyr,
una a cargo de Heinrich Marschner y la otra –basada realmente en la novela de
Cyprien Bérard- hecha por Heinrich Ludwig Ritter.
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¿Con cuál os quedáis? |
Nosferatu no
sería el único vampiro icónico; las películas de la Universal y de la Hammer
nos traerían otros dos vampiros inolvidables, Bela Lugosi y Christopher Lee,
además de sentar y afianzar la imagen del vampiro moderno y occidental (hasta
que llegó Crepúsculo, claro). Esta imagen se refleja a la perfección en la
canción de la que hablamos hoy: “Blood Religion” de Gamma Ray.
La canción narra en primera persona la transformación de un hombre en vampiro. El comienzo es una imagen típica de historias y películas de vampiros: el vampiro en la habitación de su víctima a medianoche:
Clock strikes midnight in the palest moonlight
As the man walks into my bedroom
(El reloj da
la medianoche en la luna más pálida
Mientras el
hombre se adentra en mi habitación)
También se
menciona la atracción de la víctima hacia el vampiro y lo fácilmente que cae
bajo sus garras: “Yeah, bite me” (Sí, muérdeme).
No podían faltar
las referencias al vampiro como criatura demoníaca que tienta al ser humano con
el objetivo de alejarle del cristianismo (y, por ende, de la cruz):
Now, hell is my home, the sadness is gone
But don't you think my soul it is lost
If you really care just hold out your hand
And I will free you all from the cross
(Ahora el
infierno es mi hogar, la tristeza se ha ido
Pero no
penséis que mi alma está perdida
Si realmente
os importa solo extended vuestras manos
Y os libraré
de la cruz)
Por supuesto, hay
partes que parecen sacadas directamente de una película de la Hammer (películas
que, estamos seguras, Kai Hansen ha visto):
The priest is
raising hands to do the final execution
Shouting out in
agony, "Fear the cross"
I'm digging my
claws into his neck and raise him to the ceiling
Gritting my teeth I smell the blood, you are lost
(El sacerdote
está alzando sus manos para hacer la ejecución final
Gritando en
agonía, “Teme a la cruz”
Yo clavo mis
garras en su cuello y lo levanto hasta el techo)
El vampiro se
guía por su sed de sangre:
Searching for a
white neck to bite
I was restless and the hunger
Carried me on through the night
(Buscando un
cuello blanco que morder
Estaba sin
descanso y el hambre
Me guió a
través de la noche)
En una de las
estrofas más coreadas de la canción, se repite casi como un mantra que la
sangre es una religión: “Into the dark, blood religion” (En la oscuridad,
religión de sangre).
Se de una canción totalmente vampírica, pero con vampiros de verdad y no
esas versiones edulcoradas y para niños de Stephenie Meyer y posteriores. Una
canción que, además, es muy buena y os recomendamos que escuchéis.
Podéis comprar el cd Majestic desde 6,56 euros aquí.